En el encuentro, que también contó con 1.800 conectadas vía streaming, expertos en diferentes temáticas hicieron un llamado a construir una agricultura más sustentable y a ajustar el manejo nutricional para mejorar la productividad de los suelos.
En la apertura del evento, organizado por Fertilizar Asociación Civil, que se realiza bajo el lema “Nutrir el suelo, alimentar el futuro”, la gerente ejecutiva de la entidad, María Fernanda González Sanjuan, destacó que desde 1999 el encuentro buscó compartir conocimiento y brindar herramientas “para hacer la mejor agricultura posible.
González Sanjuan fue también la moderadora del primer panel “Nutrición de cultivos ¿Rompimos la inercia o cambiamos la velocidad?”, para el cual contextualizó que las decisiones sobre nutrición impactan en 3 dimensiones: el ambiente, la productividad y rentabilidad del sistema agrícola, y también en la cantidad y calidad de los alimentos producidos.
En este sentido, advirtió que una estrategia deficiente en la provisión de nutrientes puede llevar a un círculo vicioso de suelos empobrecidos, bajos rendimientos y menor oferta de alimentos. En cambio, una estrategia adecuada puede posicionar al sistema en un camino virtuoso. “Aquí vamos a repasar cómo venimos girando y si realmente rompimos la inercia o solo cambiamos la velocidad”, anticipó. Los panelistas fueron Hernán Sainz Rozas, de la facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad de Mar del Plata, y Martín Díaz Zorita, de la Universidad de La Pampa.
Sainz Rozas presentó los resultados de un estudio iniciado en 2011 que analiza el impacto de la agricultura sobre la fertilidad de los suelos en la región pampeana y las zonas agrícolas del NOA y el NEA. El trabajo, realizado en conjunto con Fertilizar Asociación Civil, incluyó muestreos en 2011, 2018 y 2024 sobre suelos con más de 20 años de agricultura, contrastados con suelos prístinos o poco intervenidos, evaluando variables como materia orgánica, pH, fósforo, cationes (calcio, magnesio, potasio) y micronutrientes como boro y zinc.
Los resultados mostraron una fuerte reducción de la materia orgánica respecto a las condiciones originales, con pérdidas de hasta 40% en algunas zonas. Y aunque apuntó que la situación se estabilizó entre 2018 y 2024, resaltó que los valores siguen siendo bajos, lo cual plantea “la necesidad de mejorar el balance de carbono en los suelos”. En cuanto al pH, se observó un incremento de áreas con valores inferiores a 6,1, especialmente entre 2011 y 2018, manteniéndose estables luego. El fósforo mostró una caída sostenida en su disponibilidad, con casi 60% de la superficie agrícola del país por debajo de 20 partes por millón, un umbral crítico para muchos cultivos.
También se detectó una disminución en los niveles de calcio, magnesio y potasio, en algunos casos hasta del 70% respecto a los suelos prístinos. Esta situación se agravó en zonas del oeste bonaerense, sur de Córdoba y noreste de Entre Ríos. En lo que respecta a los micronutrientes, el zinc y el boro son los que aparecen con más limitantes, con 75% de la superficie cultivada por debajo de 1,2 partes por millón de zinc.
En 2023 se extendió el estudio al NOA y NEA, donde también se evidenciaron deficiencias marcadas, especialmente en fósforo, potasio y zinc, lo que pone en evidencia la necesidad de ampliar los ensayos de respuesta y ajustar la reposición de nutrientes en esas regiones.
Como conclusión, Sainz Rozas subrayó que el deterioro sostenido de la fertilidad de los suelos es una señal de alarma que obliga a revisar las estrategias de manejo nutricional. Si bien se observa cierta estabilización en algunas variables, la reposición de nutrientes sigue siendo insuficiente en gran parte del país, y los sistemas productivos continúan extrayendo más de lo que reponen.