La sequía no es el único problema que enfrenta la soja en el sur de Córdoba

Mientras la falta de agua y el calor extremo golpean los cultivos, una amenaza silenciosa se expande sin freno: la arañuela roja.

A simple vista, las plantas de soja parecen soportar la sequía, pero al observarlas de cerca, se pueden notar síntomas alarmantes: hojas amarillentas y quebradizas que revelan el deterioro del cultivo. En el envés de las hojas, una fina telaraña delata la presencia de la plaga, que avanza desde las hojas más viejas hasta los brotes más jóvenes, reduciendo la capacidad fotosintética de la planta y, en consecuencia, su rendimiento.

Productores de los Grupos Regionales de Aapresid en el sur cordobés han detectado un aumento significativo de la plaga desde enero. «Aplicamos tratamientos, pero tuvimos que repetirlos en pocos días porque la plaga regresaba», comenta Ezequiel Martínez, socio de la Regional Aapresid Del Campillo. A pesar de las lluvias de febrero, la arañuela persiste, afectando el desarrollo del cultivo.

Desde la Red de Manejo de Plagas de Aapresid (REM) advierten que el monitoreo temprano es clave. Se recomienda revisar los lotes semanalmente y aumentar la frecuencia si la plaga ya está presente. Cuando más del 30% de las plantas muestra colonias de arañuelas, es momento de actuar con acaricidas selectivos como la abamectina o el isocycloseram (PLINAZOLIN), evitando el uso de piretroides que pueden agravar el problema al eliminar los enemigos naturales de la plaga.

Aunque la arañuela ha agravado la situación, los productores coinciden en que el principal problema sigue siendo el déficit hídrico. «Las mermas en el rendimiento son significativas, pero no solo por la arañuela, sino por la falta de agua», explica el productor Juan Pablo Caliccio.

En un contexto de incertidumbre climática, la prevención y el control integrado de plagas se consolidan como herramientas fundamentales para minimizar las pérdidas y proteger el rendimiento del cultivo.