El magister Hernán Allasia, director del Centro Universitario Mediterráneo (vinculación FUNESIL – UNVM) acerca una historia de vida, de las tantas que se gestan alrededor de la industria y la producción lechera.
La tecnología cambia e impacta en la producción. Pero, más allá de dispositivos y las nuevas herramientas que se van sumando, están los historias de quienes dan vida a los establecimientos. Precisamente una de ellas es la que aporta Allasia, quien además es presidente del Consejo Asesor Local del INTA Villa María.
«Omar Poroto Lombardi nos delita con otra de sus vivencias. Nos acompaña en el encuentro don Miguel Martinengo, compañero de trabajo y su amigo desde hace 35 años, además, un pionero en la actividad que se describe durante los párrafos siguientes de la presente nota».
«He tomado con mucho agrado la inauguración del tambo robotizado (ESIL-INTA), cuyo campo experimental se encuentra en la zona rural de Ramón J. Cárcano; histórico si los hay. Entre los años 1978-1980, estando yo trabajando en el circuito de inseminación artificial de la Cooperativa Agrícola Ganadera de Villa María, acudí muchas veces a realizar ese trabajo. En esos momentos el jefe del INTA en Villa María era el Ing. Agr. Tassano Viaña, oriundo de Capital Federal, hombre muy ligado a nuestras tradiciones y excelente persona. Por ese entonces el tambo se realizaba a mano y después se hizo una construcción de cemento con brete a la par, tratando de mecanizar el sistema; y nos avisaban con palomas mensajeras el momento oportuno para hacer las inseminaciones; en aquella época eran el whatsapp actual».
«Recuerdo que se usaba semen de la estancia Los Nogales, situada en Navarro, provincia de Buenos Aires. La estancia era de la familia Di Tella, y se congelaba en pastillas que compraban en la Cooperativa Agrícola Ganadera de Villa María. Y más aun, recuerdo que, el toro que usamos se llamaba Astrobuck, existiendo otro de nombre Tetley. El manejo de la reproducción, se llevaba en fichas en la veterinaria, cuyo asesor era Juan José Reale».
«En fin, los años pasaron; pienso que para bien, el tiempo lo dirá. Ahora vamos por la robótica. Por ese motivo y con cierta nostalgia, cuento esta real y sencilla historia, que la llevo guardada en mí».
Hernán Allasia.